Ayer me cuestionaron por qué no dejar diseño para hacer música. A lo que respondí que la música no paga las cuentas. Pero la idea me siguió rebotando en el marote, hasta que esta mañana amanecí sabiendo que dejaría una materia, y de repente cambió todo el orden de mis prioridades.
Estoy sin ganas de estudiar, y como ya vi lo que es la vida facultativa y que tu pura existencia gire en torno a una entrega, se me dio por ver qué más tiene el mundo para ofrecerme. Es así que empieza una exhaustiva búsqueda de trabajo, para luego bancar, entre otras cosas, algún cursillo accesible de francés.
Entonces, haré la facultad, pero mucho más tranqui, y al mismo tiempo haré cursos y cosas que me interesen, pero que quizás no rindan en lo económico. Así tendré lo que sería una especie de "panza llena, corazón contento".
Está bueno tener esas revelaciones a lo Belleza Americana.